María García

Pionera

La historia de María García resulta harto curiosa. Durante décadas fue sepulturera en el cementerio de Mula, ocupación que heredó cuando falleció su marido, «dejándome una paga de siete duros», según declaró al semanario ‘Hoja del Lunes’ en 1981, lo que la obligó a tomar el relevo en tan masculino oficio.

Por suerte, el esposo ya la había enseñado a hacer los llamados «tapes» de las fosas. Aunque no le dieron de alta en la Seguridad Social hasta varias décadas después. Fue considerada la primera sepulturera española.

Cuando el redactor le preguntaba de qué partido político era, María sostenía que de ninguno. «De puertas para adentro, aquí todos somos iguales. Y los muertos no se meten con nadie. Conmigo tampoco, porque les doy tan buen trato que no quieren irse». Y añadía entre risas: «Me gustaría morirme aquí mismo, en el cementerio, para no tener que andar mucho». Ole.

Era María, a su modo, experta en tan delicado trabajo, nunca exento de leyendas. Ella misma aseguraba que, «cuando viene algún cadáver, hay unos bichos negros con cuernos que lo huelen enseguida y salen a por la carne fresca. Nunca fallan. Recuerdo la última vez que salieron, porque al poco tiempo llegaron cinco muertos». Terrible. Como lo fue la despedida a los periodistas que la visitaron en el camposanto: «Aquí me tenéis. A vuestra disposición». Para tocar madera.