La primera licenciada en Químicas
No podía ser de otra forma habiendo crecido en La Unión. Por eso resulta comprensible que María Cegarra Salcedo decidiera estudiar Química, envuelta en una sociedad volcada con las minas y sus productos. Pero lo sorprendente es que se convirtiera en la primera licenciada española en la materia. Y que sea recordada más por su espléndida producción literaria que por este logro académico.
María nació en 1899, hija de padre comerciante y madre cordobesa. El fallecimiento de su hermano Andrés, también editor y escritor y al que ella amó tanto, la animó a la creación literaria, aunque conseguiría tras la Guerra Civil y la licenciatura
abrir su propio laboratorio de análisis de minerales, que no poco interés despertó en una sociedad donde las mujeres seguían recluidas a la cocina y la alcoba.
María también logró en 1928 impartir clases en Cartagena, algo que ya no abandonaría en las siguientes cuatro décadas, tanto en la Escuela de Peritos Industriales y Maestría de la ciudad portuaria como en diversos centros de bachillerato y formación profesional.
Aunque los éxitos profesionales llegaron, ella jamás renunció a su amado pueblo, del que ensalzaría la devoción a la Virgen del Rosario, a la Semana Santa y al Festival del Cante de las Minas. Hasta allí irían a visitarla personajes de la talla de Carmen Conde y Antonio Oliver, Miguel Hernández, con quien le atribuyeron un romance que ella desmintió, o Ramón Sijé. Con Carmen Conde mantuvo María una continua y nutrida correspondencia cifrada en más de 700 cartas que reflejan aquellos años conocidos como la Edad de Plata literaria. Además, con la académica de la Lengua inició la creación de una obra titulada ‘Mineros’.
La llegada de la II República a Cartagena supuso la creación de la Universidad Popular bajo la dirección de Conde y Oliver, institución en la que Cegarra impartiría algunas clases. Una de ellas se centró en otra de sus pasiones: los perfumes y su concepción.
En el año 1947 obtuvo la licenciatura en Ciencias Químicas y creció su dedicación a La Unión desde su militancia activa en la Sección Femenina e incluso desempeñando el cargo de concejal.
El escritor y erudito Santiago Delgado, en el prólogo de la ‘Poesía Completa’ de la autora, destacó que la producción literaria de Cegarra evidencia “belleza, necesidad y emoción desde la primera palabra de cada poema”. Nunca se sintió la autora miembro de ninguna escuela y acaso el escaso conocimiento de su obra se deba a esa necesidad vital de permanecer en su pueblo natal. Fue nombrada Hija Predilecta de La Unión el 24 de octubre de 1992.
En uno de sus textos se describía como una mujer que había sido “una sencilla profesora de química. En una ciudad luminosa del sureste. Después de las clases contemplaba el ancho mar […] No he descubierto nada. No tengo ningún premio. A Congresos no asistí. Medallas y diplomas nunca me fueron dados”. Con el tiempo, abundarían los reconocimientos. Por ejemplo, el ‘Premio Rosa de Plata’, la dedicación de un instituto en La Unión o su nombramiento como miembro de la Real Academia Alfonso X el Sabio en 1983.
La primera de sus obras, datada en 1935 y titulada ‘Cristales míos’, fue publicada tras la muerte de su hermano Andrés. La última la realizó tras perder a su hermana y fiel compañera durante todo su vida, Pepita, en 1995. La tituló ‘Poemas
para un silencio’. Entre una y otra se conservan muchas composiciones que tras su fallecimiento despertaron el interés de los investigadores. De nuevo, en 1981 saldría a la luz otro poemario, ‘Desvarío y fórmulas’, también dedicado al hermano cuando se cumplía medio siglo desde su muerte.
María Cegarra falleció el 26 de marzo de 1993 en Murcia mientras preguntaba, ya muy enferma: “¿Cuándo nos vamos a La Unión?”.